En la mañana del 16 de marzo, al alba, un nutrido grupo de benidormeros y benidormeras se acercaba hasta la iglesia parroquial de Sant Jaume y Santa Anna para celebrar una efeméride que en su momento marcó para siempre el ser y el devenir de la ciudad.
El 16 de marzo de 1740, siendo Benidorm un pequeño pueblo de pescadores de bajura y de agricultores del difícil secano, una barca a la deriva, un ''llondro'', como explica el insigne historiador Pere María Orts, llegaba hasta la bahía donde era rescatado por un grupo de marineros locales y varado en la playa. Las autoridades, preocupadas por la posibilidad de un
contagio, ordenaron incinerar la barca rescatada, pero tras arder en su totalidad, de entre sus cenizas apareció la imagen de una pequeña y bella Virgen que en procesión popular fue llevada hasta lugar sagrado. Desde entonces, esa pequeña imagen se ha convertido en la más importante
seña de identidad de Benidorm y hoy, siglos después, se sigue venerando bajo la advocación de la Mare de Déu del Sofratge, patrona de la ciudad.
Así pues, cada 16 de marzo, con la llegada de las primeras luces del alba, benidormeros
y benidormeras se acercan hasta el camarín de la Virgen para sacarla en brazos de los fieles en una procesión que recorre las calles del casco antiguo y llega hasta las playas para rememorar
aquel histórico día del 16 de marzo de 1740, el día en el que la Mare de Deu del Sofratge quiso llegar hasta Benidorm y quedarse para siempre entre sus gentes.
Fuente: Noticias Benidorm