La capital de la Marina Alta atesora frente a sus costas la mayor concentración de barcos hundidos de diferentes épocas de toda la región valenciana. Por eso la Generalitat busca verificar los datos de yacimientos de la carta arqueológica subacuática, de la mano del museo de Dénia.
Que las costas de Dénia alberguen el principal fondo de arqueología subacuática de la Comunidad no es extraño: su puerto registró un denso tráfico marítimo a lo largo de dos mil años. En parte, debido a la importancia económica y política que alcanzó la ciudad en algunos periodos históricos y, también, porque sus diferentes dársenas, emplazadas en un lugar estratégico muy próximo a las Baleares, siempre ofrecieron un refugio natural entre los rocosos acantilados del cabo de Sant Antoni.
Hay constancia de numerosos pecios ya desde la época romana, cuando Dianium fue un próspero puerto comercial que exportaba diversos productos –en especial vino y salazones– a otros lugares de Hispania y a la propia Roma. Se han documentado numerosos barcos comerciales de esa época hundidos sobre todo al Norte del Puerto. Los expertos creen incluso que en el subsuelo del actual barrio de Baix la Mar –ganado al Mediterráneo con el devenir del tiempo– se hallan buques naufragados de la era romana.
El vínculo entre Dénia y el mar siempre fue poderoso. El puerto islámico se erigió en un gran centro comercial y militar durante la época de la taifa de Daniya y continuó registrando un tráfico notable bajo la Corona de Aragón, como lo prueban los graffitis encontrados en las murallas del castillo y que representan galeras y galeotes de esa época. También mantuvo su importancia marítima en el transcurso de las guerras napoleónicas y muy especialmente a finales del siglo XIX, durante la exportación de la pasa, cuando numerosas fragatas partían desde la ciudad rumbo a Europa y Norteamérica.
De todas esas épocas se han hallado vestigios en el fondo del mar. También incluso de la Guerra Civil. La necesidad de un mapa arqueológico subacuático es evidente si se tiene en cuenta que siguen apareciendo restos de barcos naufragados, hallados bien por buzos –como sucedió en 2007, 2010 y 2011– o devueltos por los temporales (2010).
La fatalidad del naufragio siempre ha estado muy enraizada en la memoria colectiva de la ciudad. Épico es por ejemplo el hundimiento de la fragata Guadalupe en 1799, durante la guerra con Inglaterra. Asediada por dos navíos británicos, la Guadalupe acabó destrozándose frente a las rocas de Les Rotes. De aquel dramático suceso aún se recuerda una copla popular: “La fragata Guadalupe/lleva mucha fantasía/y al cabo de San Antonio/misericordia pedía”.
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