lunes, 23 de julio de 2012

Las bodas de oro de un símbolo de atracción turística


Desde hace 50 años el islote de Benidorm se explota turísticamente. Los barcos llamados "Golondrinas" llevan a ella a diario a decenas de turistas. Pero no es un recurso más.
"L'illa" es el referente de la ciudad de vacaciones, un icono que habla del pasado de su pueblo
Cuando se habla en la provincia de la "pesca-turismo" como futura actividad complementaria al sol y playa a través de excursiones marítimas en barcos pesqueros, Benidorm celebra medio siglo explotando turísticamente, de forma oficial, su símbolo: la isla. Una oferta que surgió en 1962, cuando un valenciano, llamado Andrés, puso en marcha la primera embarcación que llevaba hasta ella. Lo hizo tras años durante los cuales fue la gente del pueblo, sus pescadores, quienes a petición de los turistas les paseaban hasta el islote en sus pequeños botes. Hoy el negocio continúa en manos de la empresa familiar que tomó el testigo al poco de iniciarse aquellos viajes, Excursiones marítimas Benidorm, propiedad de José Cervera.
Al poco, según relató en uno de los viajes al peñón Juanjo Muñoz, patrón de las "golondrinas" (como se denominan desde hace décadas a estas embarcaciones), la empresa tomaría la explotación del bar restaurante del islote, que hasta entonces llevaba el primer vigilante de la isla, Vicente Navarro, con ayuda de su hermano Antonio, padre del actual alcalde de Benidorm, Agustín Navarro.
Aquel negocio, según recordaba el viernes el primer edil, surgió un poco de estraperlo. "Para sacarse algún dinerillo más, mi tío Vicente empezó a vender refrescos a los turistas que llegaban hasta allí. Luego en la casa puso el bar, que llevó con mi padre. Yo guardo muy buenos recuerdos de mis primeros ocho años de infancia corriendo en la isla como si fuera Orzowei".
Aún así, lo que más le impactaba, lo que era "toda una aventura", era pasar la noche allí y estar presente cuando al amanecer los pescadores recalaban en la isla con sus pequeñas barcas para hacer la "torrá" de pescado antes de regresar a tierra tras la faena. De aquella práctica habitual surgió el refrán local "foc en l'illa, peix a terra".
Hoy está prohibido hacer fuego en el islote que se integró, muchos años después, al parque natural de Sierra Helada. Eso sí, en su restaurante se pueden degustar los platos típicos de Benidorm y su tierra. Además, la terraza del establecimiento es cada último fin de semana de julio el escenario de una "Taula del Bon Profit" especial, de la que el "cap de taula" es alcalde de la ciudad. Para Navarro, el próximo viernes será la tercera ocasión que ejercerá como tal en esta tradicional cena de caballeros.
La casa
La pequeña edificación que hoy es restaurante fue construida hace más de 50 años por el Ayuntamiento de Benidorm como casa del guarda. Lejos de querer reforzar la seguridad de la zona, el motivo que originó tal inversión era capear un decreto del Gobierno de la nación por el se apropiaría la titularidad de todas las islas que no estuvieran habitadas, según relató Navarro, sobrino del primer guarda que la ocupó.
La medida se aprobó el 8 de agosto de 1959, bajo el mando del visionario alcalde Pedro Zaragoza. El 16 de noviembre del mismo año se aprobó la partida presupuestaria para la caseta, que costó 25.000 pesetas.
Tres décadas después, en 1989, el Plan General de Ordenación Urbana catalogó el lugar como "zona verde municipal". Cinco años después, apareció una nota simple del Registro de la Propiedad indicando sin embargo que la finca es "rústica" y del Estado. En 2005, el Ayuntamiento pidió a la Dirección General de Costas que devolviera el dominio de la isla amparándose en un mapa del siglo XVI que la denomina "Isla de Benidorm", pero a día de hoy sigue siendo del Estado.
En todo caso, su perfil terminó convertido en icono de la ciudad, formando parte incluso de la marca "Benidorm" llevada a innumerables ferias turísticas. También viajar a ella permite a los turistas pasar unas horas de absoluta tranquilidad, lejos del bullicio de la ciudad, contemplando la otra iconografía de la urbe de vacaciones: la estampa de sus rascacielos izándose al otro lado del mar.
La travesía
Las primeras embarcaciones para turistas se llamaron "Rompeolas" y tardaban entre 30 y 35 minutos en arribar al peñón. Luego el recorrido se redujo al cuarto de hora que dura actualmente. Una vez allí los turistas pueden quedarse el tiempo que quieran, menos para pernoctar, pues regresa cada hora un barco que los devuelve a tierra. Allí pueden también contemplar sus fondos submarinos sin mojarse a través de un barquito con visión subacuática que les sumerge rodeándoles de meros y llampugas.
El tesoro de sus fondos
La isla guarda bajo ella cuevas y una gran vida submarina que también la convierten en reclamo de buceadores.En los últimos años se promocionan en ferias especializadas las rutas y sendas submarinas proyectadas en sus profundidades.
Fue apadrinada por la Federación de la Prensa
Aunque en documentos del siglo XVI el peñón se denomina "Isla de Benidorm", ésta ha sido llamada de muchas maneras. Desde la "isla de las Ratas", a "Plubaria". También "Isla de los Pavos Reales", en alusión a las vistosas aves que llevaron, en el siglo XIX, los primeros fareros como símbolo de buena suerte (Hoy todavía los hay en una gran jaula junto al restaurante). Además, "l'illa", como todos la llaman, fue bautizada en mayo de 1970 por la Federación Nacional de la Prensa de España como "Isla de los periodistas". El apadrinamiento surgió durante la celebración en Benidorm de la XXVIII Asamblea Nacional de Asociaciones de la Prensa de España, cuyo el tema estrella fue la ansiada creación de una facultad universitaria que formara en la profesión (meta para la que se propuso un proyecto de estudios de tres años para el diplomatura y cinco para la licenciatura). La visita a la isla por los periodistas se hizo la tarde del 26 de mayo, invitados por el entonces alcalde Jaime Barceló, y allí se firmó el pergamino que la denominó con tal nombre.