Un libro de Moreno Lara aporta 72 testimonios de personajes que se asentaron en Benidorm entre 1950 y 1975 y prosperaron con la transformación turística
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En realidad, Moreno Lara plantea que esos fueron los años fundacionales del municipio; que es cuando Benidorm experimenta su "repoblación", hasta el punto de que el periodista considera que el Plan General de 1956 -el que lo alumbró todo- puede considerarse la "carta pobla" de la localidad, toda vez que la que recibió cuando tocaba -es decir, en el siglo XIV, como todo el mundo- no tuvo demasiado éxito: a diferencia de tantos otros municipios, a Benidorm le costó siglos florecer. Ahora bien, cuando por fin lo logró obtuvo dividendos inimaginables. En 1960, Martínez Alejos lo resumió muy bien: "el pueblo más pobre de la provincia va a ocupar un lugar preferente entre los de mayor riqueza".
Esos 72 testimonios plagados de anécdotas -protagonizados por personas o familias que hoy todo el mundo conoce en Benidorm- desgranan pues toda una época, el sabor de una época: el escándalo de los bikinis -con unas "disposiciones sobre moralidad" que impedían el uso de la prenda fuera de las playas y que pronto serían incumplidas- los primeros souvenirs", los años en que sólo se abría en verano -hasta que en 1965 llegó el famoso slogan de "El sol pasa el invierno en Benidorm"-, las fruterías hechas de madera y cañizo que se convirtieron en supermercados, cierto clima de libertad en contacto con los extranjeros -que abrieron un futuro impensable para una sociedad entonces tan reprimida-, el germen de los partidos democráticos, los primeros folletos turísticos, la batalla contra la escasez de agua, las crónicas periodísticas de un "Benidorm lleno" gracias a sus 40.000 turistas en agosto de 1960, los "metres" de hoteles de lujo que otorgaron un salto de calidad a la gastronomía autóctona, las fiestas desenfadas de los 70, los primeros pianos-bar, los concursos de mises o las primeras discotecas.
Aunque el propio periodista añade que las fechas elegidas no obedecen a un rigor histórico en exceso, sí que son simbólicas: desde 1950 -año de inicio de las quimeras que Zaragoza proyectó primero sobre plano y después junto a las playas casi vírgenes de aquel pueblo de marinos mercantes y pescadores- hasta 1975, cuando muere Franco en la década en que la construcción masiva de hoteles y la apertura del aeropuerto de El Altet cambiaron el escenario. En los 25 años sobre los que el libro fija su mirada, se consolida una explosión poblacional -sólo entre 1945 y 1954 Benidorm multiplicó por dos su censo- que Moreno Lara califica como un movimiento demográfico "plural en su origen" y en sus intenciones: a la tierra prometida accedieron desde jóvenes que emprendían una aventura individual hasta familias con el "ánimo de mejorar"; desde pequeños empresarios que ya habían ensayado sus negocios con éxito en otros parajes hasta quienes vinieron a buscarse la vida desde el principio, "comenzando en Benidorm su trayectoria humana y profesional".
La verdadera "carta pobla"
La obra destaca el hecho de que a diferencia del traumatismo que marcó otras inmigraciones durante el franquismo a provincias industrializadas o al extranjero -y que provocó bolsas de marginación y actitudes despectivas hacia los recién llegados-, la de Benidorm no fue en ningún caso una inmigración en "masa". Muchos de los recién llegados se convirtieron en protagonistas y así lo demuestran las 72 historias escogidas que son antes que nada "historias singulares" que unidas componen todo un fresco social.
Moral y sol en invierno Esos 72 testimonios plagados de anécdotas -protagonizados por personas o familias que hoy todo el mundo conoce en Benidorm- desgranan pues toda una época, el sabor de una época: el escándalo de los bikinis -con unas "disposiciones sobre moralidad" que impedían el uso de la prenda fuera de las playas y que pronto serían incumplidas- los primeros souvenirs", los años en que sólo se abría en verano -hasta que en 1965 llegó el famoso slogan de "El sol pasa el invierno en Benidorm"-, las fruterías hechas de madera y cañizo que se convirtieron en supermercados, cierto clima de libertad en contacto con los extranjeros -que abrieron un futuro impensable para una sociedad entonces tan reprimida-, el germen de los partidos democráticos, los primeros folletos turísticos, la batalla contra la escasez de agua, las crónicas periodísticas de un "Benidorm lleno" gracias a sus 40.000 turistas en agosto de 1960, los "metres" de hoteles de lujo que otorgaron un salto de calidad a la gastronomía autóctona, las fiestas desenfadas de los 70, los primeros pianos-bar, los concursos de mises o las primeras discotecas.