jueves, 7 de junio de 2012

Las anécdotas más escondidas de los hoteles, al descubierto


Barcelona, 30 ene (EFE).- "Una persona nunca se muere en un hotel", asegura con aparente seriedad el jefe de conserjería José Aguilar, con más de cuarenta años de experiencia en su sector y autor de "Anécdotas de Hoteles" (Libros Cúpula), en una entrevista con Efe.
Tampoco en los hoteles de lujo se tapan adulterios, ni los empleados intiman con los clientes, ni se discrimina a los viajeros por su indumentaria, ni los jeques árabes organizan fiestas "a la española", ni se enfría la fruta en un bidé, aunque todo esto sí que pasa en las páginas narradas por José Aguilar.
Y es que más de cuatro décadas de experiencia entre un hotel de cinco estrellas de Marbella, otro de la misma categoría en Puerto de la Cruz (Tenerife) y un último en Torremolinos (Málaga) dan mucho juego, sobre todo si su autor ha apuntado desde sus dieciocho años las anécdotas más destacadas.
Una reina, ministros y ministras, cantantes, directores de cine, jeques árabes y aristócratas españoles y extranjeros afincados en la Costa del Sol tienen su protagonismo en estas páginas, en las que no se citan nombres, pero se hace tan bien el perfil de los personajes que no es difícil dar con ellos.
Así, el lector puede darse cuenta de que es la reina doña Sofía quien solicita una Coca-Cola 'light' a un atribulado maitre, que corre de inmediato a por ella de un supermercado cercano, o que la baronesa Gunilla Von Bismark hace las delicias del conserje cuando demanda "una pipa", por un paquete de cigarrillos "piper".
Una folclórica Rosa Morena exige que le separen una cama doble con una mesita de noche en la habitación que comparte con su mánager "porque ella es una señorita soltera" o un director de cine ya fallecido huye despavorido de la tumbona de su amante cuando el conserje le avisa que su querida esposa está en recepción.
Pero no todo son historias de famosos en este libro, sino que personas anónimas también protagonizan escenas esperpénticas, como un huésped japonés desnudo en plena calle, con una hamaca en la mano, o un piloto que "amaneció" durmiendo con su cama en la piscina, rodeado de toallas y bañistas, por una broma de sus amigos tras una noche de juerga.
Un sinfín de anécdotas hoteleras son narradas por José Aguilar, que nunca quiso ascender ni abandonar su puesto pese a conocer seis idiomas, porque le gusta "la relación personal con el cliente y, en caso de ascenso, bajaría la calidad de este contacto", asegura.
Sus recuerdos de su periplo proceden de sus inicios, cuando a los dieciocho años comenzó a trabajar en un hotel de lujo de la Costa del Sol marbellí y conoció a muchas personalidades. "Fui apuntando sus nombres y sus anécdotas en un cuadernito, para que no se me olvidaran", asevera.
Cuando este profesional natural de la Línea de la Concepción (Cádiz) se ha acogido a una prejubilación, decidió escribir este libro, con un ochenta por ciento de anécdotas suyas y un veinte por ciento cedidas por sus compañeros.